La historia de amor monárquico más bonita del siglo XX

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Bertil y Lilian de Suecia son los protagonistas de una larga espera antes de poder, como en los cuentos de princesas, vivir felices por el resto de sus vidas. El motivo: la lealtad a la corona.
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Bertil y Lilian de Suecia, la historia de amor

Para defender los intereses de Suecia, Lilian y Bertil debieron esperar 33 años para formalizar su unión.

Abdicar a la corona por enamorarse de una persona no aceptada puede entenderse como un romántico sacrificio en nombre del amor. Pero si se considera lo que implica para las naciones hoy la figura de su monarca, en términos de estabilidad y cohesión, resulta una renuncia mayor permanecer fiel a las normas y poner en espera el amor, manteniéndose también fiel a él.

Eso fue, precisamente, lo que hicieron Bertil y Lilian de Suecia, en su espera, de treinta años, para que su amor no hiciera daño a su nación y a la casa real.

Esta es la historia

El príncipe Bertil de Suecia fue un apasionado de las motos y las carreras automovilísticas.

Bertil Gustaf Oscar Carl Eugén nació en 1912; el cuarto de cinco hijos de Gustavo Adolfo VI, rey de Suecia. Su hermano mayor, Carlos Gustavo, desde su nacimiento estaba destinado a heredar el trono de esta nación europea.

 

Carlos Gustavo, el heredero, se casó con la princesa Sibila de Sajonia-Coburgo-Gotha. R, y tuvo cuatro hijas y un hijo varón (el menor). Con ese nacimiento, quedaba clara la línea de sucesión: el abuelo Gustavo Adolfo como rey, su heredero Carlos Gustavo y en la línea, el nieto Carlos Gustavo. Luego, en caso de que todos ellos murieran, seguían los otros hijos de Gustavo Adolfo VI: es decir, Sigvard tenía la cuarta posición en la línea, Bertil la quinta y Carlos Juan la sexta.

Pero Carlos Gustavo falleció prematuramente, en 1947, a la edad de 40 años. Su hijo varón, entonces, quedó como heredero al trono; pero era todavía una criatura de brazos. Sin embargo, tanto Sigvard como Carlos Juan renunciaron a su derecho a la línea sucesorial para contraer matrimonio con mujeres por fuera de la nobleza.

Para entonces ya Bertil y Lilian habían iniciado una relación sentimental y esperaban unirse en matrimonio, pero la unión con Lilian, una modelo inglesa divorciada, implicaba también para BErtil perder sus derechos a la sucesión, lo que a él tenía sin cuidado, no así a la casa real y a su familia.

Como él era el último de su familia que podría suceder al ahora heredero en caso de que falleciera, renunciando a su derecho dejaría en alto riesgo a su casa real, pues la monarquía podría pasar entonces a manos de sobrinos de su padre o incluso lazos sanguíneos todavía más débiles.

Así las cosas, Bertil, en una decisión apoyada por su novia Lilian, se mantuvo soltero, con la única misión de darle a su padre, a su casa real, y a los habitantes del reino de Suecia, la continuidad de la institución monárquica.

La larga espera

La otra situación que estaba en ciernes era que, por la corta edad de su sobrino, el heredero al trono, en el caso de que el rey Gustavo Adolfo partiera, Bertil sería el rey regente mientras el heredero terminaba su formación personal y académica para enfrentar el trono.

Así, desde 1947, y hasta la muerte de su padre, en 1973, Bertil se mantuvo fiel a la corona cumpliendo con su deber como parte de la familia real.

Su amor secreto

Bertil y Lilian mantuvieron de manera discreta su noviazgo. Foto: Scanpix (Dagens Nyheter.) [Public domain], via Wikimedia Commons

La decisión que tomaron como pareja fue mantener su relación de la manera más discreta posible, para evitar escándalos y dificultades para la corona. Así, durante casi 10 años era un tema solo de ellos dos, en un espacio suyo en Saint Maxime, cerca de Saint-Tropez en Francia.

El rey Gustavo permanecía con la esperanza de casar a Bertil con una princesa de la nobleza europea, así que cuando se enteró de la relación con Lilian entró en cólera y exigió su terminación. En ese momento, Bertil se mantuvo en su punto, aceptando su destino como parte de la casa real, pero dejando claro que nunca renunciaría al amor de su Lilian.

Solo en 1968 Lilian fue invitada por primera vez a un acto oficial en el palacio real, al que, por etiqueta, atendieron en mesas separadas. Así, fue suavizando el rey el protocolo con ella, hasta que, en 1972, y como un gesto de gratitud a la discreción y el sacrificio de Bertil y Lilian, ella fue invitada a la celebración de los 90 años del monarca.

Un final feliz

El matrimonio, en 1973. Ella tenía 62 y el 64 años. Foto: royauxsuedois.centerblog.net

Al morir el rey, a sus 91 años, Carlos Gustavo asumió el trono. Y al hacerlo, planteó cambios importantes en las normas de la monarquía: entre ellas, aceptó la unión de Bertil y Lilian, por quienes sentía un inmenso cariño y gratitud por su sacrificio. Además, terminó la Ley Sálica, que es la que determina que la monarquía la heredan los varones.

Con este cambio, las hermanas de Carlos Gustavo quedaban ahora en primer lugar en la línea de sucesión y finalmente Bertil y Lilian pudieron contraer matrimonio, 33 años después de lo planeado, cuando tenían él 64 y ella 62 años.

El pueblo de Suecia siempre vivió agradecido por el inmenso sacrificio de esta pareja, que entendiendo la magnitud de su responsabilidad, supo anteponer el deber, por el bien de su nación.

Estuvieron casados 21 años. Él falleció en 1997, ella 16 años después. Es la historia de amor más poderosa de la Europa moderna.

 

 

A su fallecimiento, Lilian fue enterrada junto a su esposo en el cementerio real, en la isla Karlsborg, en Suecia.

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