Las posibles jugadas de Aníbal Gaviria

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Tener en sus venas la herencia política de don Guillermo Gaviria Echeverri, le dejaba un solo camino disponible a Aníbal Gaviria: el servicio público. No necesariamente la política electoral, sino un oficio en el que pudiera incidir en la vida de millones de personas, en el que se pusiera en práctica lo recogido en tantos años al lado de su padre.

Pocos saben que de la familia Gaviria Correa, el que parecía tener inquietudes de seguir el camino de don Guillermo en la política era Aníbal; incluso más que su hermano Guillermo, el recordado Gobernador de los antioqueños fallecido de manera lamentable. Aníbal disfrutaba recorrer Antioquia desde muy pequeño y era quien acompañaba las giras políticas de su padre.

Esa cercanía física, tal vez, lo llevó a entrar a El Mundo, diario de propiedad de su familia, en el que su padre fue director desde 1985. El periodismo podría haber sido la verdadera pasión de Aníbal; aunque se recuerda más su ejercicio como gerente, también se desempeñó como editor general, imprimiendo una concepción muy social de lo que pasaba en la ciudad.

La política seguía latente y la ejercía al lado de su hermano Guillermo, quien fue elegido gobernador en el año 2000.

Luego del asesinato del gobernador Gaviria a manos de las Farc, varios grupos políticos le pidieron a Aníbal encabezar la continuidad del legado y se inscribió como candidato, siendo elegido con casi 550.000 votos.

Con Aníbal llega el cambio generacional

Lo primero que habría que resaltar de su entrada a la política activa, es el cambio generacional que se produjo en la dirigencia antioqueña con su llegada. Para ganar las máximas posiciones había que hacer fila de muchos años y las nuevas generaciones poco chance tenían de llegar. Aníbal se posesionó sin haber cumplido 38 años y desde el primer día demostró dos cosas muy difíciles, primero que respetando el legado de su hermano, iba a marcar su propia impronta; y que su juventud no era sinónimo de improvisación.

Las encuestas empezaron a despejar las dudas que podrían existir: la primera medición de su mandato en marzo de 2004 registró 56% de aprobación y para la última en noviembre de 2007, un mes antes de dejar el cargo, había ganado 24 puntos, el 80% de los antioqueños veían con buenos ojos su labor, llegando a tener picos de 89% de favorabilidad en otros momentos del gobierno.

Esos números y otras variables asociadas a su gestión le daban alas para buscar algo más: intentó la presidencia y la vicepresidencia dentro del partido Liberal y posteriormente la Alcaldía de Medellín en 2011. Es decir: la presencia de Aníbal creó un aire fresco dentro de un partido que estaba tomado por caciques, sin embargo tampoco podría decirse que el exalcalde sea quien mejor siga la disciplina del partido, además porque no ha tenido una relación de dependencia con la colectividad, ni su modus operandi ha sido el de agitar el trapo rojo.

Después de sus gobiernos

Luego de su paso por la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, Aníbal ha decidido alejarse de los reflectores y ha salido en año sabático (de estudio) con su familia, eso le genera buen ambiente en la opinión pública, porque aun pudiendo tener críticas a sus sucesores ha sido respetuoso del cauce natural de los nuevos gobiernos. Hay que recordar que los dos dirigentes que lo reemplazaron no tenían la misma línea política suya.

Aun siendo así, desapareciéndose del mapa político, la ciudadanía en el primero de los casos le mantuvo el cariño intacto y lo eligió como alcalde. Está por verse cuál es la reacción de esa misma ciudadanía en este momento, cuando su regreso a la arena pública empieza a hacerse más evidente: poco a poco postea en redes, actividades académicas y alguno que otro encuentro social.

 ¿Y el futuro de Aníbal?

De un dirigente que ha pasado por dos cargos de tanta figuración no podría hablarse de su actividad futura, tendría necesariamente que hacerse una reflexión sobre su presente: sería muy extraño ver a Aníbal Gaviria en la empresa privada, aunque se mencionó su nombre para reemplazar a Jenaro Pérez en Colanta, cuando en noviembre de 2016 anunció su retiro.

Ese presente muestra entonces un camino ligado a las campañas presidenciales que se consolidan hacia 2018. Antioquia es una región valiosa en términos electorales para cualquiera de los aspirantes, sería muy costoso ganar sin tener una fuerte presencia en este departamento, porque tendría que reemplazar la suma de votos que se conseguirían aquí, por la suma de muchas otras regiones (como a fuerza tuvo que hacer Juan Manuel Santos en 2014).

Tener entonces dentro de los cuadros directivos a un exgobernador y exalcalde, que terminó su gestión con cifras cercanas al 80% es un plus que cualquiera de los candidatos presidenciales se quisiera, y por su escasa cercanía a la dirigencia actual del liberalismo, habría que ampliar el abanico a que Aníbal no sólo pudiera estar en la candidatura de ese partido.

La política hoy se hace con mayor fuerza alrededor de las personas que de los partidos, y eso favorecería la presencia del exalcalde como una de las caras visibles de la campaña, y en una región decisiva como Antioquia impulsando una candidatura con la que se sienta cómodo, podría hacer valer uno de los activos que más pesa en un dirigente político: trabajo en terreno que tiene dos consecuencias positivas, votos contantes y sonantes para mayo y junio de 2018 y mantener vigencia hacia futuro.

Aquí se vuelven a abrir las opciones: esa vigencia le daría paso para llegar al Gobierno Nacional o le permitiría regresar a Antioquia o Medellín en 2019.

Las dos grandes preguntas que aún no parecen despejarse: ¿con cuál de los candidatos presidenciales se siente cómodo Aníbal Gaviria? ¿Le suena más irse a Bogotá o quedarse en Antioquia?

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