Fragmentos para descubrir lo político en Don Quijote

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En su cumpleaños 471, don Miguel de Cervantes sigue dándole lecciones de literatura, de humanismo, de psicología y de política a las nuevas generaciones.
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De Don Quijote y la política

Según el Ph D Eric Graf, profesor norteamericano experto en la obra de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha es la primera novela de la historia que ataca el poder y la inflación. Según este experto, los contenidos políticos de esta obra máxima de la literatura española fueron influencia para teóricos fundamentales de América, como Hume, Hobbes, Locke y Jefferson, quienes declararon, cada uno en su momento, que esta es su obra de ficción preferida.

De entre decenas de pasajes que demuestran el trasfondo político de las andanzas de Don Quijote y Sancho Panza, hemos seleccionado cuatro que expresan esta relación en una pieza literaria que se presentó como obra de caballeresca con profundo sentido del humor y clara comprensión de lo humano:

La corrupción del poderoso. Entre muchos de los consejos que da Don Quijote a Sancho, esta este:

“Si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale”.

Se trata de una alusión directa a lo frecuente de la corrupción del poderoso y lo valioso de la honestidad para la vida y las sociedades. Entonces, España vivía la imposición creciente del poder autocrático y personalista de los Habsburgo, que se ocupaba poco de la situación de las personas y mucho de su propio bienestar y vanidad.

La infamia de la esclavitud. Una de las aventuras del Quijote es “La liberación de los galeotes”. Se encuentran con una fila de hombres encadenados unos a otros, que están cumpliendo una condena por sus delitos. Don Quijote indaga por los motivos de la condena de cada uno, y resultan todas historias menores para lo extremo de la pena, por lo que entra a discutir con los carceleros en busca de conmutar el castigo. En medio de esta situación, los hombres se fugan.

Este fragmento, y las reflexiones a que tiene lugar con Sancho, es una expresión de crítica social a la esclavitud que se practicaba en la época, en especial la que se imponía contra la raza negra, que ni siquiera se debía a delitos, o a perder una batalla, sino al no respeto por la libertad individual. Y pensar de esa manera hace 400 años era realmente revolucionario.

Las ansias del poder. Sancho, que representa al mismo tiempo la ignorancia, lo burdo de los instintos humanos, representa al pícaro. Él tiene un fragmento que expresa este peligro del deseo del poder solo por el poder mismo: decide que quiere ser el gobernador de la Ínsula Barataria.

Durante toda la novela, el anhelo de Sancho es enriquecerse de manera rápida, y en este aparte en el que quiere entrarse de político presenta esa visión de cómo los gobernantes realmente no están interesados por el pueblo, por las personas, sino por ellos mismos, y encuentran en el poder la manera de extorsionar al público de manera “legal” (con los impuestos). Sancho en la obra es un payaso, un pícaro que “divierte”, pero realmente lo que está es mostrando los problemas morales, de él, que pueden reflejarse en el lector o en la sociedad.

La crítica al poder de la Iglesia. En tiempos en los que estado y religión se unían en uno solo, hacer una crítica al poder eclesial o a las decisiones arbitrarias nacidas de este poder religioso resultaba más que revolucionario. Y esto es lo que hace el libro en relación con la inquisición.

Al inicio de la novela se culpa a los libros de caballería de la locura de Don Quijote, y la solución que encuentran a la mano es quemarlos. Esta es una alegoría a la Inquisición, que no solo quemó libros, sino principalmente personas que fueran o pensaran diferente, o que resultaran sospechosas para los poderes reinantes y sus intereses. En el capítulo de hecho son el cura y el barbero quienes toman esa decisión de quemar los libros: se supone que el cura es el que tiene el poder de decir qué es lo puro, aún en temas que no le competen, como podría ser los géneros literarios. Incluso, hay una metáfora muy especial: cuando están en la quema de los libros, el cura se distrae con algo… y entonces muchos libros que no merecían ser quemados caen al fuego.

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