El ‘tercer género’ en la política mexicana

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No son ni hombre ni mujer, son muxes: el tercer género de la cultura Zapateca, en México, que en 2018 tuvo un papel preponderante en la contienda política.
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Los MUXE se abren camino en la política mexicana

En Juchitán, Oaxaca, durante la celebración de la “Vela Muxe”, fiesta de reivindicación y orgullo de la diversidad sexual. Foto: Abril Cabrera Aguilar, Secretaría de Cultura (Flickr)

En las pasadas elecciones mexicanas, entre las decenas de miles de candidatos para las 3.400 posiciones de elección popular en juego, llamaban la atención tres nombres: Grecia Jiménez, Israel Ramírez (Kristel) y Felina Santiago. Son muxes, y estaban candidatizadas en el estado de Oaxaca, una para la presidencia municipal de Tlacotepec, otra para la alcaldía de San Pedro Mixtepec, y la tercera para la diputación de Juchitán. No ganaron, pero sentaron un importante precedente en la historia política mexicana, la lucha por los derechos de las personas muxes en cabeza de sus propios representantes.

No es ni hombre ni mujer; una persona muxe está en un punto intermedio, es el tercer género, una costumbre propia de la tradición cultural de la antigua civilización zapoteca, que sobrevive desde los tiempos precolombinos en el Istmo de Tehuantepec, una región del estado Oaxaca, al sur de México.

Se trata de un individuo que ha nacido con cuerpo de hombre, pero que no se siente como tal, y tiene costumbres, gustos y roles femeninos, si bien, tampoco es una mujer. Están insertos en la cultura como parte del modo de vida de la comunidad, no producto de luchas actuales por derechos de género, sino como una herencia cultural arraigada desde los tiempos precolombinos.

Participación en política muxe

Amaranta Gómez Regalado en el Madrid Summit – WorldPride 2017. Foto licencia CC.

A pesar de su ancestral presencia, y de que representan 6% del total de la población del estado de Oaxaca, solo una persona muxe ha alcanzado hasta el momento algún cargo de elección popular. Se trata de Amaranta Gómez Regalado, que en 2003, a los 25 años fue diputada federal, además, años después se convirtió en la primera muxe en obtener un título profesional.

En las elecciones de 2018 esta participación muxe tuvo un protagonismo relevante e inucitado; 19 personas de esta comunidad inscribieron sus candidaturas. Una cifra nunca antes presentada en una elección en el país.

Posteriormente, y a raíz de la denuncia de un colectivo feminista, se pudo identificar que 16 de los postulantes eran falsos muxes. Se trataba de personas que pretendían aprovecharse, con engaños, de la recién entrada en vigencia Ley de paridad, que exige a los partidos políticos presentar igual número de candidatos hombres y mujeres. Esta ley, además, introdujo el artículo 16, que da cabida a la diversidad sexual, e indica que:

“En caso de postulación de personas transgénero, transexuales, intersexuales o muxes, la postulación de la candidatura corresponderá al género al que la persona se auto adscriba y dicha candidatura será tomada en cuenta para el cumplimiento del principio de paridad de género”.

Así, políticos se “cobijaron” falsamente en una declaración de transgenerismo, para candidatizarse como mujeres, siendo hombres, muchos de ellos con familias. Entre estos falsos muxes estaban algunos que buscaban reelección en su cargo, el que inicialmente habían ganado caracterizados como hombres. Todos fueron sancionados.

Por qué hacen hoy política

Comparsa de San Agustín Etla, en Oaxaca. Foto de Arnaud B, licencia CC en Flickr.

La comunidad muxe tiene baja escolaridad, pues los colegios mexicanos prohíben que los estudiantes asistan a clase ataviados con prendas del sexo contrario, esto lleva a que muchos queden fuera del sistema educativo estando muy jóvenes, lo que en muchos casos les impide un mayor desarrollo profesional, por lo que una gran parte de la población se dedica a la prostitución.

Adicionalmente, el rol muxe se ha enmarcado en actividades de corte femenino, entre ellos el cuidado de los ancianos, y las familias mismas impiden en muchos casos un mayor desarrollo profesional y humano de los representantes de este género.

La consigna política muxe incluye buscar solución a estas dos problemáticas, así como la protección de las enfermedades de transmisión sexual, la defensa de sus costumbres y la permanencia armónica y tranquila de las costumbres de su pueblo zapateca en el México actual.

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