Editorial octubre de 2.018

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Hace algunos años cuando daba clase en pregrado de Ciencia Política dedicamos una de las sesiones a hablar sobre lo que significaba ser politólogo, algunos decían que les permitiría conocer más de la política práctica, otros se quedaban en la teoría y en la necesidad de profundizar alguna línea de estudio, pero al final lo que abrió la discusión fue la anécdota que nos contó un alumno: en alguna reunión con sus excompañeros del colegio cada uno hablaba de cómo le estaba yendo en sus estudios y cuando llegó su turno, alguno de sus amigos que estudiaba Ingeniería le preguntó si en Ciencia Política les enseñaban a robar.

Hubo algunas risas, por supuesto, pero lo que vino después fue un intercambio muy enriquecedor del papel que la sociedad les da a los políticos.

Lamentablemente algunos (o muchos) de los dirigentes en todos los países se han encargado de desprestigiar el oficio, los escándalos de corrupción son el pan de cada día a tal punto que ni nos sorprenden ya; y eso ha logrado que muchos se aprovechen de ese descrédito para ganar votos y beneficios personales. Hemos visto presidentes, gobernadores, alcaldes, concejales sin ninguna preparación para el cargo de responsabilidad que tienen y los resultados por supuesto terminan siendo fatales.

Nuestra labor como estudiosos e investigadores de la política, desde la academia y desde plataformas sociales como el Centro de Análisis y Entrenamiento Político, CAEP, es precisamente revertir esas dos condiciones: política deshonrada y ‘outsiders’ con intereses en su vanidad y en su figuración personal.

La revista ESTADO y la plataforma digital del mismo nombre (www.estado.co) hacen parte de un compromiso social en el que queremos aportar a dignificar la política, a mostrarla a las nuevas generaciones como lo que verdaderamente es: ¡un espacio para servir!

Carlos Andrés Pérez

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