Religión y política

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“Dicha influencia recíproca entre religión y política ha llegado al extremo de cambiar en algunos casos el rumbo político y teológico de algunos estados”
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“La espiritualidad no debe entenderse como un dogma de fe, no es patrimonio de ninguna religión, la dimensión espiritual es ante todo un dato antropológico”

 

Es indudable el vínculo relacional entre lo religioso y lo político que se evidencia a lo largo de la historia de la humanidad, relación que ha dejado huellas imborrables en la cultura y en la sociedad y que ha influido y continúa influyendo en la toma de decisiones de poder (Duch, 2014). Dicha influencia recíproca entre religión y política ha llegado al extremo de cambiar en algunos casos el rumbo político y teológico de algunos estados. Como ejemplo se puede citar el caso de Enrique VIII Rey de Inglaterra el cual tuvo su reinado en pleno siglo XVI, época de grandes aires reformistas, dicho soberano con el interés de liberarse de su compromiso marital con Catalina de Aragón, princesa española, exigió al papa la nulidad matrimonial para casarse con su amante; en vista de la negativa de Roma, promovió un cisma que forzó la fundación de una iglesia nacionalista la cual terminaría regida por el propio monarca. Es así como lo que comenzó como una disputa política y no teológica terminó originando profundas consecuencias tanto religiosas como políticas. (Comby, 1993).

 

Thomas Mann citado por (Duch, 2014) afirma “Desconocer la unidad del mundo significa considerar que religión y política son cosas completamente distintas, que nada tienen ni tendrán que ver la una con la otra. La verdad, sin embargo, es que sin cesar se intercambian entre ellas el vestido.” (p.11).

 

A diferencia de los animales los seres humanos se caracterizan no solo por habitar en territorios geográficos, viven además inmersos en un mundo lleno de símbolos y significados profundos que les proveen de formas y contenidos tomados a su vez de los grandes meta relatos de carácter político, jurídico y religioso que les permiten tener un fundamento y el sentido necesario para vivir y trascender. (Duch, 2014).

 

Con respecto a esto Viktor Frankl citado por (Lucas, 2008) indica que el ser humano es ciertamente un animal, no obstante, es superior a estos ya que posee la dimensión humana; dicha dimensión lo hace radicalmente distinto a los demás seres, concibiendo en él la capacidad de formular constructos que dan significado a su entorno y la facultad de autotrascendencia, en estas dos cualidades radica lo distintivamente humano.

 

Es justo esta singularidad lo que hace posible que el hombre se eleve por encima de su instintivo egoísmo e interés particular y dé el paso a la esfera de lo político, generando en él dos elementos, el primero la conciencia de lo público y el segundo la preocupación por el bienestar de los otros, en definitiva, la búsqueda del bien de la polis (Gallego, 2017). En esta misma lógica la dimensión espiritual empuja al hombre a la práctica religiosa que no es otra cosa que un esfuerzo por encontrar sentido y trascendencia que desemboca de nuevo en la búsqueda del bien, pero ahora basado en un postulado de fe originado en la revelación divina.

 

En referencia a la dimensión humana encontramos la afirmación de (Torralba, 2010) quien considera que es a través de esta peculiar dimensión que el hombre posee inteligencia espiritual, la cual le faculta para acceder a los más hondos significados de la existencia y lo lleva a preguntarse sobre el sentido y el fin de su vida, permitiéndole encontrar respuestas creíbles y razonables. Por tanto, concluye el mismo autor: “la espiritualidad no debe entenderse como un dogma de fe, no es patrimonio de ninguna religión, la dimensión espiritual es ante todo un dato antropológico”. En este mismo raciocinio (Comte- saponville, 2006) en su libro El alma del ateísmo pone en evidencia que las religiones pertenecen más al hombre que a la misma divinidad que profesan, por lo cual asegura: “Si Dios existe es trascendente. Las religiones forman parte de la historia, la sociedad y el mundo (son inmanentes).” (p.19) El autor abre el debate y plantea que es posible una espiritualidad sin Dios o mejor aún una espiritualidad liberada de lo religioso. Partiendo de este postulado y haciendo un paralelo entre política y religión cabe preguntarse ¿será también posible una política sin religión y una religión sin política? ¿Qué tan conveniente es que religión y política caminen de la mano? ¿Son irremediablemente inseparables? o ¿son en esencia lo mismo? ¿es posible delimitar una frontera? Y de ser así ¿Cuál será la manera de hacerlo?

 

Es a propósito de estos interrogantes que ofrecemos el presente documento en el cual se encuentran expresadas diferentes opiniones sobre el tema, basadas en tres cosmovisiones distintas:

 

La primera visión expresada por Yeyron Valencia escritor y periodista, denota escepticismo y cierta prevención por lo religioso, en su presentación argumenta: “religión y política deben separarse y estar lejos la una de la otra”, funda su opinión en lo que a su parecer ha sido nefasto para la democracia de los pueblos el maridaje institucional entre religión y política.

 

La segunda no menos radical por parte de Memo Anjel, reconocido profesor universitario, de identidad judía el cual se define a sí mismo “no muy practicante” cree firmemente en la indisolubilidad de la religión y la política planteando que son lo mismo: “nos bajamos del altar para llegar a la palestra, pero los intereses humanos, las formas de crear sociedades, todo eso sigue en plena discusión”

 

La tercera visión un poco más conciliadora y universal propia del catolicismo maduro, curtido por el trasegar de la historia, que le ha permitido a la iglesia de Roma perdurar en el tiempo, representada por el sacerdote católico Carlos Arboleda destacado teólogo de la Arquidiócesis de Medellín.

 

El presente documento es el resumen de un interesante dialogo académico que permite vislumbrar el fascinante entramado de dos mundos que se entrelazan, se encuentran y se repelen al mismo tiempo, dando cabida al dilema ¿Cuándo y de qué manera la religión hace uso de la política? y ¿Cuándo y de qué formas lo político hace uso de la religión?

 

 

Bernardo Gómez

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