Ronald Reagan se levantó de la nada. Su madre Nelle lo parió en un cuartillo sobre una tienda de abarrotes, el 6 de febrero de 1911, en Tampico, Illinois. Ella era costurera, con aires de actriz frustrada. El padre, Jack Reagan, fue un borracho perezoso que en sus ratos sobrios vendía zapatos.
Ni el calvinista más fanático hubiera vaticinado el destino que se abría al niño, criado con las severas creencias religiosas de la Iglesia de los Discípulos de Cristo, una secta apocalíptica surgida a principios del siglo XIX.
Los valores maternos, austeros y cristianos, chocaron con los paternos más licenciosos, lo que desestabilizó a la familia y Ronald vagó con ellos de una ciudad a otra.
Fatal para los estudios, pero con una memoria fotográfica espectacular, estaba más interesado en el teatro y en el fútbol. Trabajó como socorrista con tal de graduarse en economía y sociología, pero dejó estas carreras por un puesto de cronista en la radio y de ahí pasó a la actuación.
Su carisma de hombre duro, pero suave, fue de gran ayuda para conseguir su primera audición, en los estudios Warner a los 27 años.
La enorme sonrisa, cuerpo atlético, piel bronceada y una voz forjada en los micrófonos, le valieron un pequeño contrato en la cinta Amor en el aire.
Sus críticos juraban que en la comedia Hora de dormir para Bonzo, su compañero de reparto –un chimpancé– era mejor actor.
Destacó en papeles de vaquero; aunque las películas eran malas siempre se emparejaba con la actriz más bonita y así fue como se casó con Jane Wyman.
La pareja tuvo dos hijos, Maureen y Michael y fue un matrimonio modelo que terminó en un humillante divorcio en 1949. Para superar la depresión Ronald buscó consuelo en Nancy Davis, otra artista, con quien engendró a Patti y Ron.
Aunque Nancy sobreprotegió a su marido y hasta planificó su agenda presidencial con ayuda de una astróloga californiana, con sus hijos e hijastros se llevó de los pelos. La más rebelde fue su hija Patti, que posó desnuda, a los 42 y 58 años, para algunas revistas pornográficas.
La familia limó asperezas debido al Alzheimer de Reagan, que lo fulminó a los 93 años, el 5 de junio del 2004.
Como bien lo dijo: “no solo de Hollywood vive el actor”
La transición de Reagan de actor a activista conservador y de gobernador a presidente, ilustra cómo el dominio de los medios de comunicación masivos puede influenciar las carreras políticas.
Sus discursos se centraron fundamentalmente en mostrar las debilidades de Jimmy Carter, su contrincante y su estrategia era mostrarse más ferviente, optimista. “lo mejor siempre está por venir”, logró contra todo pronóstico arrasar en dos elecciones. Sus detractores no lograron empañar su imagen. Con su simpatía, consignas sencillas y patriotismo ferviente, Reagan había devuelto la confianza a la nación.
El debate más recordado entre el presidente demócrata Jimmy Carter y su contrincante republicano Ronald Reagan es en el que este último, repetía una frase “There you go again” (“Ahí vas otra vez”), y así, logró burlarse de los largos y pedantes ataques de Carter.
Sin embargo, la frase que de verdad marcó esas elecciones fue otra, pronunciada por Reagan al final del último debate: ¿Está usted hoy mejor económicamente que hace cuatro años?
La respuesta a esta estrategia fue su triunfo abrumador en las urnas.
Reagan no solo tenía sentido del humor y era directo para expresar sus ideas, también tenia algunos secretos que hoy se vale recordar:
La campaña de Reagan se asentó sobre una agenda religiosa de motivaciones políticas, convocando a las poderosas iglesias evangélicas norteamericanas para llevar a cabo una cruzada contra el comunismo ateo (encarnado en el “imperio del mal”, la URSS) y contra el “socialismo liberal” de los demócratas.
Lejos del discurso académico e ilustrado, Reagan movió los sentimientos pro-patria, pro-familia y pro-propiedad de millones de norteamericanos, aquellos que no les motivan grandes transformaciones culturales y, más bien, prefiere el orden y la seguridad a fin de acceder a los beneficios que el capitalismo ofrece. Por esta retórica aparentemente simplista, pero enormemente eficaz, Reagan fue juzgado como un líder limitado por sus opositores, quienes se burlaban de él por su sonora ignorancia en muchos temas. Sin embargo, venció. Y, en 1984, fue reelecto.
Una de las cosas que enseñó la campaña de 1980 es que no hay que dejar por sentado que las transformaciones culturales, bastante publicitadas, son aceptadas por todos y generan simpatías en toda la sociedad. Hay muchas personas que anhelan un orden imaginado estructurado desde la seguridad familiar, religiosa y patriótica. El triunfo de Ronald Reagan demostró que, bajo determinadas circunstancias, el progresismo pacifista “hippie” y las diversas contraculturas eran parte del pasado y que, como todo lo humano, estaban sometidos a la tiranía del tiempo.
Nadie sabe si entre los miles de libros de la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan, figura un ejemplar de Bajo el fuego, de Oliver North, el best seller en el que el ex militar asegura que su exjefe estaba enterado de todas las negociaciones ilegales relacionadas con el escándalo Irangate. Frente a esto, Reagan declaró sarcásticamente que “se entristeció” cuando los arquitectos que construyeron la biblioteca-museo le dijeron que no había estanterías para colocar todos los libros publicados por sus ex ayudantes. Pero lo cierto es que la biblioteca reúne un total de 47 millones de páginas de documentos oficiales, donde se escondieron las claves de aquel escándalo que no pudo salpicar la imagen de Reagan y las frases que el ex periodista y ex actor utilizó para levantar la moral de ese país y convertirse en uno de los presidentes más populares del siglo.
Otro dato relevante es lo que sucedió el 23 de marzo de 1983, cuando el presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan lanzó la iniciativa de defensa estratégica más conocida como “La guerra de las galaxias”. Pero…, ¿Reagan solo quería defenderse de los ataques soviéticos? ¿O acaso tenía conocimientos sobre otros peligros que podían estar al acecho?
Y, ¿recuerdan Una grabación de 1971, censurada durante muchos años, que reveló los comentarios racistas que sostuvo Ronald Reagan, sobre altos funcionarios de Tanzania?
Se conoció en ese entonces, un archivo de audio de una conversación telefónica entre los expresidentes Ronald Reagan y Richard Nixon, cuando el primero aún era gobernador de California. Comentan el reconocimiento por las Naciones Unidas de la República Popular de China. Tanzania, país que había votado a favor de esta integración, celebra con un baile.
Ronald Reagan: “Anoche le dije que viera en televisión lo que yo vi”
Richard Nixon: “Sí”
Ronald Reagan: “Ver a esos simios de esos países africanos – ¡Vamos! Se siguen viendo incómodos usando zapatos.”
Richard Nixon se ríe.
Y como olvidar esto:
El presidente Ronald Reagan, durante su mandato (1981-1989) hizo uso frecuente del humor para exponer la realidad de la Unión Soviética, y de otros países comunistas como Cuba, Polonia y satélites de Moscú como Angola, Nicaragua o Mozambique.
Durante la Gala de Recaudación que organizara la Asamblea Nacional Hispana Republicana, el 14 de septiembre de 1983, el presidente Ronald Reagan comenzó su intervención relatando el chiste sobre Fidel Castro y el vendedor de maíz que le interrumpía su discurso.
“Castro se estaba dirigiendo a una gran audiencia en Cuba, y comenzó: “Me acusan de intervenir en Angola…” y un hombre que pasaba entre la audiencia gritó: “¡Maní, rositas de maíz!”. Castro continuó: “Dicen que estoy interviniendo en Mozambique…” y la misma voz grita: “¡Maní! ¡Palomitas!”. Castro continuó: “Dicen que estoy interviniendo en Nicaragua…” y la voz gritó de nuevo, “¡Maní! ¡Palomitas de maíz! “. Para entonces, Castro estaba hirviendo de la rabia y vociferó:” ¡Tráeme acá a ese hombre que grita: ‘¡Maní! ¡Palomitas de maíz!’, que le voy a dar una patada que va a caer en Miami!” Y todos en la audiencia comenzaron a gritar:” ¡Maní! ¡Palomitas de maíz!”.
En otro video se ve Reagan, haciendo chistes “contrarrevolucionarios” sobre la extinta Unión Soviética y los dirigentes de ese país.
En uno de estos chistes Reagan se burla de que los soviéticos tengan diez años de espera para poder adquirir, si lo adquieren, un automóvil, así cuenta como un pobre hombre llega con su dinero donde el vendedor y este lo toma y le dice, ok, vuelva en diez años para que se lleve su autor, a lo que el infeliz pregunta ¿en la mañana o en la tarde? y asombrado le vendedor que diferencia hace eso en 10 años; le contesta – es que por la mañana viene el plomero.
En fin, En lugar de comandante en jefe, fue el comediante en jefe. Nunca dejó de ser actor, ni cuando fue presidente. Sus biógrafos debaten si como mandatario solo interpretó el mejor papel de su vida.
De las 54 películas que grabó ninguna valió ni el rollo de celuloide en que fueron filmadas, pero las utilizó como trampolín para cimentar una carrera política que lo llevó a gobernar el país más poderoso del mundo, y cambiar el curso de la historia, en los años 80 del siglo XX.
Pocos dominaron el escenario como él. Histriónico y chistoso; lento de mente, pero ágil de sentimientos, Ronald Wilson Reagan alcanzó en 1980, a los 69 años, la Presidencia de Estados Unidos de América.
En este espacio, queremos recordar las frases más célebres, en las que se define la visión de la política con gran sentido del humor, de Ronald Reagan.«He dado órdenes para que se me despierte en cualquier ocasión de emergencia nacional, incluso si estoy en una reunión con mi gabinete»
«Dicen que la política es la segunda profesión más antigua. Me estoy dando cuenta de que cada vez se parece más a la primera»
«La primera obligación del Gobierno es proteger a la gente, no dirigir sus vidas»
«La Historia nos enseña que la guerra empieza cuando los gobiernos creen que el precio de la agresión es barato».
«Me he preguntado muchas veces cómo serían los Diez Mandamientos si Moisés hubiera tenido que pasarlos por el Congreso de los Estados Unidos».
«La paz no es la ausencia de conflicto, es la habilidad de gestionar el conflicto por medios pacíficos».
«Las mejores mentes no están en el Gobierno. Si hubiera alguna, el sector privado se las robaría».
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