Bastones de autoridad

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Cuidar, a sus coterráneos, a la justicia, a la naturaleza: la Guardia Indígena de Colombia emerge con autonomía, y en consonancia con las autoridades legítimas del Estado.
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¿Quién es la Guardia Indígena en Colombia?

Un símbolo poderoso, que no representa agresión, implica presencia. Foto: Centro de memoria histórica / César Romero/CNMH

Como arma, llevan la autoridad que su propia comunidad les ha otorgado, y que se representa en una vara de unos 80 centímetros coronada por cintas de colores: rojas, verdes, amarillas, azules… cada resguardo tiene los suyos. También cuentan con el valor, fundamentado en el amor a su pueblo y su territorio, valentía que los lleva a combatir utilizando solo las palabras como escudo.

Es la Guardia Indígena colombiana, un órgano de protección comunitaria que surgió de las formas ancestrales de estos pueblos milenarios para mantener el orden, así como defender su tierra, su creencia y su cultura.

“Ser Guardia indígena es un derecho y un deber”, pregonan los indígenas colombianos. “Somos Guerreros milenarios espirituales, sin armas (…) la Guardia es un proceso colectivo que nace del corazón”; dice ‘Lucho’, Luis Alfredo Acosta, coordinador de Guardias Indígenas de la Onic —Organización Nacional de Indígenas de Colombia—, quien agrega que ellos cumplen una misión protectora sobre sus espacios y territorios, que no pueden ser tomados por ningún actor armado.

Un bastón de mando conectado con la naturaleza

Guardias Indígenas de múltiples resguardos de Colombia. Se calcula que actualmente son 45.000 integrantes. Foto: ElPacifista. Licencia CC.

“Este bastón es el símbolo del espíritu, del amor —afirmó ‘Lucho’ con el bastón en alto— la guardia también es un espacio espiritual (…) la Guardia se debe a la comunidad, al territorio”.

La ‘chonta’ —el nombre en lengua del bastón de mando— se entrega en una ceremonia ritual a quienes son aceptados como parte de la Guardia. La vara se elige y se corta, de un tamaño determinado y una madera elegida, a partir de rituales propios en cada uno de los resguardos.

Este es el instrumento que les acompaña en su misión. No es para golpear o para atacar, es un símbolo y un elemento ritual que ofrece una protección espiritual proveniene de la madre naturaleza.

Este bastón es recto, como la naturaleza de quien lo porta: “sinceridad, rectitud y dureza, necesaria en la toma de decisiones para impartir justicia sin perjudicar a nadie” —dice la tradición del pueblo del Gran Cumbal—. Lo ven como una representación de la autoridad y autonomía de los ancestros y contemporáneos para hacer respetar sus derechos.

Los orígenes

Cumplen funciones relacionadas con la organización social y el control comunitario. Foto: caminandolibertad. www.flickr.com/photos/vullunfuet/27415948220/in/photostream/

Si bien la tradición de su forma de actuar en colectivo, su pensamiento y su íntima relación con la naturaleza, se remonta a los tiempos precolombinos, la guardia indígena actual surgió en el año 2001, en el departamento del Cauca. Desde entonces se ha enfrentado, con solo sus bastones de mando y su fuerza colectiva, a los grupos armados ilegales, dejándoles claro que los civiles no tienen que estar en el medio del fuego, ni deben ser involucrados en la guerra.

Según indica Feliciano Valencia*, líder de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, el 28 de mayo de ese año se formalizó el primer grupo de vigilancia permanente que sembró la semilla de la Guardia Indígena actual.

En ese momento, recuerda el líder indígena, grupos paramilitares llegaron a la región para enfrentarse con la guerrilla. Ellos quedaban en la mitad del fuego, y ante la opción de perder sus tierras o resistir, prefirieron la segunda.

Esta labor no ha sido fácil, y muchos de sus miembros han sido asesinados por las guerrillas y los paramilitares. Sin embargo, también han conseguido detener acciones, y principalmente, proteger la vida de sus comunidades.

Iván Alpala, en su investigación sobre la guardia indígena del Gran Cumbal —un resguardo en el norte del Cauca— explica que, si bien esta es una organización muy nueva dentro de las comunidades, no así sus prácticas, que están enraizadas en la vida indígena de siglos atrás. Su hacer retoma las prácticas ancestrales, con las que rescata valores, conocimientos propios, autonomía, conexión con la naturaleza e identidad para la defensa del territorio.

En la actualidad se calcula que el país cuenta con 45.000 guardias indígenas, desplegados en todas las zonas de resguardo que hay en el país, siempre actuando bajo la tutela de las autoridades de su comunidad —el cabildo y su cabeza visible, el gobernador indígena—, y con el conocimiento del alcalde del municipio donde esté ubicado el resguardo.

En consonancia con el Estado

En Ituango, Antioquia, la recién creada Guardia Indígena de la comunidad Jaidukama. Foto: Gobernación de Antioquia.

La guardia indígena no es un ejército y tampoco tiene funciones policiales. Su legalidad y principios están consignados en la Constitución colombiana de 1991, que declaró que este es un país multiétnico, diverso y multicultural. Así, reconoció a los pueblos indígenas sus derechos de autonomía y autodeterminación; la Guardia Indígena es un instrumento de esos derecho.

Esto se traduce en que los pueblos indígenas de Colombia pueden vivir bajo sus propias normas y según su cosmogonía, siempre que estas no atenten contra la constitución o las leyes. De esta manera, Colombia ha ido encontrando un equilibro entre el gobierno del Estado y el gobierno de los pueblos nativos.

A los indígenas, como colombianos que son, los protege la fuerza pública. En particular, cuando están asentados en zonas de conflicto, el Ejército Nacional está presente para cuidarlos.

Los resguardos tienen su propio sistema de justicia, por ejemplo. Y tienen un acuerdo con el Gobierno denominado “patio prestado”: cuando por su justicia alguien es condenado a prisión, cumple la pena en las cárceles del Estado. También tienen otros remedios —no les gusta llamarlos castigos—: pueden ser latigazos y trabajos forzados.

Organización, acción y altruismo

En la región del Cauca, en parte por una experiencia más amplia, la organización de la Guardia Indígena es ejemplar. Cuentan con redes de comunicación, están repartidos en todo el territorio, tienen establecidos protocolos de acción. Por ejemplo, en el marco del conflicto con las FARC, contaban con centros comunitarios en los que reunían a la población cuando había fuego cruzado: esto les permitía protegerse unos a otros y tener un cierto nivel de bienestar mientras pasaban los combates. También es una estrategia para darle claridad tanto a la Fuerza Pública, como a las organizaciones al margen de la Ley, de dónde estaba la población civil, para que no apuntara allá sus armas.

 

*Citado por el diario El Pais de Cali, junio de 2014
Con información del trabajo de investigación de Iván Armando Alpala Cuastumal: La guardai indígena del resguardo del Gran Cumbal: institucionalización de una práctica ancestral.

 

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