Antología del desnudo político contemporáneo

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Las Femen, por un lado, con su discurso de protesta y apariciones escandalosas; los estrategas políticos por el otro, buscando sacar del anonimato a sus asesorados: los dos polos entre los que se mueve el nudismo político hoy.
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Antología del desnudo político contemporáneo

Entre la herencia de la protesta pacifista de los años 60 y la proyección del hedonismo en la cultura vanidosa del siglo XXI, el desnudo político mantiene vigencia simbólica y propagandística.

Hoy el desnudo en los medios de comunicación se ha vuelto tan frecuente, que el acto de despojarse de las prendas ha perdido gran parte de ese valor subversivo que tuvo hasta las últimas décadas del siglo XX. Sin embargo, desnudarse en la calle o en recintos públicos, despojado de ese atavío que son las luces, la composición, la insinuación de la pose y la magia del Photoshop en la era de la vanidad, esto ha reivindicado el símbolo.

De ese lado están las Femen, esas que le han mostrado sus pechos a Putin, a Zeman (presidente checo), a Marine Le Pen, a Berlusconi (a él dos veces, la más reciente hace solo unas semanas) y a la figura de cera de Donald Trump en el museo de Madrid. Más que a ellos, lo han hecho a las cámaras que los siguen, en un acto de provocación que, junto a su busto desnudo, exhibe textos sobre la piel que dicen “¡Estás acabado!” (para Berlusconi), “Compañeros en el crimen” (para Putin y A. Merkel) y otros mensajes que movilizan su acción.

Femen es un movimiento contestatario que nació en Lituania, pero que hoy tiene células en casi cada país de Europa. Con sus apariciones llama la atención sobre lo que consideran injusticias, políticos corruptos o absolutistas y temas referentes a la protección de los derechos de la mujer. Desde su nacimiento, hace 10 años, Femen ha utilizado el simbolismo del desnudo como acto subversivo de cara a la libertad: “Si quieres verme las tetas vas a tener que leer mi eslogan”, explicó Lara Alcázar, la líder de Femen en España.

Walt Whitman explicó que un nudista  no se empelota por estética, lo hace por la ética de “comulgar con la naturaleza”; y en este sentido, en el de ser natural, transparente, real, sin tapujos, es que se han justificado casos emblemáticos de publicidad política que apelan al desnudo en la última década.

Uno de los grandes impactos nudistas de la década, que ha generado réplicas locales en distintos municipios españoles y en varios países de América, lo dio Albert Rivera, hoy en carrera para la jefatura de gobierno de España, y que en 2006 se lanzaba por el partido Ciutadans como candidato a la presidencia de la Generalitat en las elecciones autonómicas de Cataluña.

En ese momento, para lanzar su partido político, apareció desnudo en los carteles publicitarios, bajo la consigna “Ha nacido tu partido”, “Solo nos interesan las personas”. Como explicación, indicó que este era un símbolo de transparencia y sencillez de la formación política, y que él no tenía ningún complejo, ni nada que ocultar. Su publicidad dio mucho de qué hablar, pero efectivamente lo lanzó al estrellato, y hoy su entonces recién creado partido cuenta con amplio reconocimiento y respeto en su país.

Un acto de comunicación política, con idéntica explicación y similitud gráfica, tuvo lugar en Colombia en las elecciones para el congreso en 2014. Entonces, un candidato a la Cámara de Representantes por el departamento del Caquetá, del partido Alianza Verde, Marlon Monsalve, presentó en redes sociales su publicidad, en ella aparecía desnudo. Al respecto, dijo: “Desnudé mi cuerpo en señal de transparencia, para combatir la corrupción en el Congreso de la República”. Este acto publicitario muy sonado lo sacó del anonimato, pero no le dio los votos suficientes para alcanzar la curul. El mismo candidato, ahora por el partido Liberal, intentó nuevamente obtener una curul en 2018, esta vez con una publicidad acotada a los lineamientos tradicionales, la fotografía del político joven con camisa blanca arengando. Todos estos cambios tampoco le garantizaron un puesto en el Congreso.

También encontramos réplicas del acto de Albert Rivera en Chile, en José Manuel Palacio, un candidato a la alcaldía de La Reina, que lanzó un afiche de campaña donde aparece sin ropa, apenas cubierto por una leyenda que dice “Yo soy Palacios”. El candidato explicó su publicidad diciendo “Quiero mostrarle a la gente que no formo parte de ese grupo (políticos nuevos sin experiencia). Esta imagen tan rupturista tiene que ver con sacudir a las personas y decir este país necesita políticos correctos que hagan las cosas bien”.

Y en España, un candidato del PSOE (Partido Socialista) a la alcaldía de Meruelo, un municipio de menos de 2.000 habitantes localizado en Cantabria, hizo sus propios afiches, que colgó por todo el pueblo: él de frente y de espalda, sin prenda alguna encima, y la rosa símbolo del socialismo cubriendo su partes íntimas. Otro más, en Fuenlabrada, hizo igual, pero dándole fuerza a sus manos “Lo que quiero decir con esta imagen es que yo no tengo nada que esconder, que tengo las manos limpias”.

Otro caso colombiano, también de 2014, lo protagonizó María Fernanda Valencia, una elegante ejecutiva de 42 años que se comprometió a posar desnuda para una revista colombiana si lograba obtener su curul para la Cámara de Representantes por Bogotá. “Vote por mí y me desnudo en Soho”, era su frase de campaña, acompañada de unas ya sugerentes y cuidadas fotografías publicadas en la revista. Ante las críticas, explicó su idea indicando “el desnudo es solo el medio para transmitir el mensaje y el mensaje es que voy a luchar por los derechos de la mujer”.

Lo de María Fernanda guarda proporciones con la campaña de la actriz y modelo Anabolena Meza, que 10 años antes, en su idea de llegar al Concejo de Bogotá, posó desnuda para la misma revista. En su momento, dijo: “Si uno se lanza al Concejo, da pena hacer otras cosas, cambiar votos por tejas o por tamales, por ejemplo”. No ganó las elecciones. Y predecesora de ambas, en 1988 la modelo Eva Serrano, a sus 21 años, se lanzó al Concejo de la ciudad de Cartagena con la frase de campaña “La verdad al desnudo”: y unas fotografías de alto impacto que la presentaban en una tanga diminuta y con sus senos al sol. Cuenta la revista Cromos que solo le faltaron 400 votos para conseguir el escaño.

En Colombia, el ícono más claro de la protesta política al desnudo lo construyó Antanas Mockus, cuando siendo rector de la Universidad Nacional, y ante la intransigencia para el diálogo de un grupo de estudiantes, él se bajó los pantalones y les mostró sus nalgas. El lenguaje político del desnudo: ir en contravía de lo establecido para llamar la atención sobre aquello que está impidiendo el avance, o simplemente, sobre lo que genera desacuerdo.

En su momento, el hoy elegido senador Mockus, explicó su actuación así: “si la gente paga 15.000 pesos o más para verle el trasero a un poco de modelos, yo no veo por qué un estudiante de artes se moleste por el hecho de que un rector mostró su trasero. Probablemente haya sido un mal ejemplo. Pero les garantizo que lo que vieron fue color de paz: blanco”.

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